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Entrevista a Willy Gómez Migliaro

«La construcción del poema nos plantea una forma de amar la vida»

Publicado: 2019-03-07
Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) ha publicado los poemarios «Etérea» (2002), «Nada como los campos» (2003), «La breve eternidad de Raymundo Nóvak» (2005), «Moridor» (2010), «Construcción civil» (2013), «Nuevas batallas» (2013), «Pintura roja» (2016) y «Lírico puro» (2017). Asimismo, ha sido compilador de «Opempe, relatos orales asháninka y nomatsiguenga» (2009) y «Cholos, 13 poetas peruanos nacidos entre el 70 y el 90» (2014). Se dedica a la docencia y es corrector de estilo.

¿Qué recuerdos de tu niñez te acompañan hasta ahora?
Lo más importante de mi niñez es mi abuela materna, Isabel Tello Carbajal. Ahora que vivo en Paucartambo estoy recordando los cuentos y leyendas que ella me contaba por las noches cuando nos íbamos a dormir. Esto me ha servido para entender más el mundo andino. Y no solo me refiero a sus costumbres, sino que me ha llevado a encontrar un lenguaje que me era ajeno.
¿Tu trabajo como profesor en Paucartambo también ha influido en esta nueva escritura?
Sí, este año he trabajado con estudiantes de quinto de secundaria de la I. E. Juan Velasco Alvarado, en Sunchumbamba (Paucartambo). Con ellos he llevado a cabo la recopilación de mitos, leyendas y relatos de la provincia de Paucartambo. El reencuentro con el mundo andino y la interacción con ellos me han conducido a otro tipo de escritura.
En una entrevista reciente afirmaste: «Yo no tengo estilo. La identidad poética es una línea deformada y en proceso».
Es cierto. No siento que podría definir mi estilo. Siempre estoy inmerso en un proceso largo y en él voy desarrollando una poética, un canon, un lenguaje, la imposibilidad que significa la escritura del poema: el enfrentamiento constante con el lenguaje.
Vas a contracorriente.
Me gusta ser controversial y esto me hace repensar mis formas de escritura. Por eso cada libro que he publicado es totalmente distinto del otro.
Estuve revisando tus últimos poemarios y «Lírico puro» hace referencia a los ochenta y los noventa, a la memoria histórica, a tener presente el pasado. ¿Planteaste desde el principio estas búsquedas?
No tenía idea de lo que estaba haciendo. Uno escribe lo que no sabe. Yo era como una especie de recolector de objetos y cosas deshechas. Me planteé crear desde mi perspectiva una poética con cada objeto y fui construyendo el poema. Creo que de pronto empecé a jugar con el lenguaje mientras escribía «Lírico puro». Me encontraba con los juguetes tirados de mis hijos, las chapitas que recogíamos para poder armar algunas cosas y me di cuenta que también estaba recuperando la esperanza de ese niño que alguna vez fui... El que no pudo jugar. Uno se encuentra solo en la construcción del poema. Todo un misterio.
Hay un acumulador de objetos. Pero los objetos no están totalmente desordenados, hay un orden. Leo: «Alguien debe saber del acumulador moderno / baja levanta fierros y en la maletera de / su auto tijerales brocados bolsas de pasto / guantes pero sobre todo el abono / con sus filtros de café pasado carga / una especie de máquina de alquiler / creo que las cafeteras en desuso afuera / brillan si alguien viene / vierte una singular emoción / se trata de cortar latas o de ver cómo vives / en el torno mil huecos / con obreros chancando aluminio / o prensando planchas qué baja y acumula / qué sube con su pata de cabra oxidada / si se trata de bombillas de luz / común a esos filtros de café prensado / a lo francés limpia las venas con cada / toallita o pedazo de trapo no puede ser / igual refuta ni los programas de TV se / han esforzado en el aroma ni en la fuerza / del peso qué raro líquido negro / qué rara pasada».
Creo que tiene que ver con las «Odas elementales», de Pablo Neruda. No me alcanzaba el lenguaje para la oda elemental que hubiese querido. Yo siempre digo que «Lírico puro» es un libro de amor, aunque mis críticos o lectores digan que no es ni lírico ni puro. Sin embargo, yo jugué con el lenguaje, jugué con los objetos, y con esa memoria de mi niñez que quería, de algún modo, curar. Pero ese niño todavía sigue triste…
Y está «Pintura roja». Uno asocia el rojo con la energía, la vitalidad. ¿Qué tenías en mente?
Soy un pintor frustrado. Sin embargo, escribo ensayos sobre la pintura que se ha producido en el Perú, Latinoamérica y el mundo. «Pintura roja» era un libro de ensayos sobre el movimiento, los colores y los espacios. Sin embargo, se fue convirtiendo en una creación insospechada, en un frankenstein.

fotografía de rodolfo moreno


«Los colores se recogen de su propia oscuridad / la invasión primera pinta una roca o un peñasco / y sobresale un río delgado que parece regresar a una variedad de colores».
«Pintura roja» es la historia de la reconstrucción de nuestra memoria no solamente peruana, sino latinoamericana. Y es esa memoria la que me permitió trabajar desde los postulados de un ensayo, un texto rítmico de descripciones y movimientos de cuadros importantes que yo imaginaba a partir de los grandes artistas clásicos y contemporáneos.
Para ti la poesía es otra manera de pensar la vida…
Cada disciplina te da un acercamiento a la vida. Específicamente, a los poetas el lenguaje no nos alcanza. Entonces, otra forma de entender la vida es a través del lenguaje de la poesía. Es decir, la construcción del poema nos plantea una forma de amar la vida.
¿Consideras que las nuevas generaciones también lo ven así?
Yo creo que sí. Las nuevas generaciones se están enfrentando a este lenguaje poético que es difícil, y están siempre contra la corriente. Se sigue entendiendo la poesía como esa princesa oscura y subversiva que nos permite tener una visión clara sobre nuestra vida y sobre la vida de los demás. Por eso creo que el trabajo del lenguaje es fundamental en la creación poética.
¿Qué corrientes encuentras en la poesía peruana actual?
Nuestra tradición es poderosa, eso no lo podemos negar. Más que corrientes o tendencias, veo nuevas construcciones del lenguaje en nuestra poesía actual. Eso permite darle la potencia que siempre ha tenido la poesía. Soy un gran lector de poesía, procuro leer todo lo que se publica en el Perú y Latinoamérica. Leo y me hacen feliz las escrituras de los nuevos poetas.
¿Qué leeremos próximamente de Willy Gómez?

En marzo del 2018 llegué a Paucartambo y estuve escuchando huaynos, leyendo y escribiendo sobre ellos también. El resultado es un libro llamado «Veinte poemas paucartambinos» que serán cantados (en realidad, son veinte huaynos). También trabajo con el profesor Eloy Cuadros, un gran artista de las máscaras, y quiero publicar un libro que aborde el estudio de las máscaras desde la visión poética y de la antropología. Pretendo que sea un ensayo formal, pero veo que está mutando hacia un extenso poema.


Entrevista realizada el sábado 24 de noviembre del 2018 en el Kafé Balkón Azul (Cuzco).


Escrito por

Ana Rodríguez

Lima, 1981


Publicado en

Los jueves

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