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Entrevista a Victoria Larco

«Me maravilla el comportamiento de los insectos y considero que está muy conectado con la poesía»

Publicado: 2019-03-28
Victoria Larco estudió Agronomía en la Universidad Nacional de Trujillo e hizo un posgrado en la Universidad Nacional Agraria La Molina en Manejo Integrado de Plagas. En el 2011 publicó la plaqueta «La fábula del cuerpo». Trabaja como profesora universitaria e investiga sobre las plagas agrícolas y la producción sostenible. Le gusta tomar fotos a los insectos, al paisaje y a la calle. Cada vez le interesa más la fotografía en blanco y negro y la microfotografía.

¿A qué se dedica un ingeniero agrónomo?
Un ingeniero agrónomo es un profesional que se encarga de gestionar los sistemas de producción. Ahora su labor está enmarcada en la sostenibilidad, en hacer uso de los recursos de producción de manera sostenible, lo cual se relaciona con la seguridad alimentaria. Este último concepto se desprende de una cumbre sobre alimentación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. La seguridad alimentaria se refiere a que todas las personas tengan acceso a alimentos nutritivos, de calidad, inocuos; tiene cuatro pilares: acceso, disponibilidad, consumo y estabilidad.
¿Seguimos siendo un país megadiverso sin seguridad alimentaria?
Sí, el gran problema que magnifica la pobreza y la desnutrición es la desigualdad. El Perú es un país desigual como todos los países en América Latina y eso tiene un impacto negativo en su seguridad alimentaria.
La antropóloga argentina Alicia Aguirre afirmó recientemente en una entrevista que la alimentación la manejan los directorios de 250 empresas en el mundo. En el caso del Perú, ¿qué se podría hacer a mediano y largo plazo para combatir la desnutrición y la anemia?

Que sea prioridad. Si bien es cierto que el Perú está enmarcado en la iniciativa global de Hambre Cero (es uno de los objetivos de desarrollo sostenible), no es un lineamiento prioritario para los gobiernos municipales y regionales lamentablemente. A pesar de los esfuerzos para luchar frontalmente contra la anemia, en muchas regiones peruanas no es prioridad o se maneja de forma inadecuada. Por otro lado, hay hasta 30% de desnutrición en algunas zonas. Algunos creen que esta se combate con suplementos, programas o asistencia, pero realmente debería ser un trabajo multidisciplinario.

Me llamó la atención el caso de México, que está revalorando los alimentos locales. Nuestras comunidades deberían reconocer y aprovechar la biodiversidad que poseen. La alimentación balanceada no se da porque hay necesidad de más aporte calórico, por falta de costumbre de comer hortalizas y vegetales o por falta de acceso.

En el Tahuantinsuyo la producción agrícola se organizó mediante pisos ecológicos. Se aseguraba la soberanía alimentaria…
Los incas tenían una sociedad que trabajaba como una comunidad. El pilar era la agricultura y la alimentación era muy importante. Trabajaron aspectos para asegurar el agua, tecnologías para sembrar los productos adecuadamente y en cantidad suficiente (andenes, terrazas). También almacenaban los excedentes y aseguraban la variabilidad de alimentos mediante el trueque.
¿Qué opinas de la iniciativa para crear el Jardín Botánico Nacional de Lima?
Para ser la capital tenemos un enorme déficit de áreas verdes y las principales capitales de América Latina tienen su respectivo jardín botánico, que es visitado como un atractivo turístico y sirve para hacer una extensión de educación ambiental. Es necesario apostar por iniciativas así, que conecten biodiversidad y educación. Las gestiones municipales anteriores no tuvieron una visión adecuada de sostenibilidad en la ciudad. Esperemos que esta gestión municipal sí tome en cuenta la creación de nuestro jardín botánico.
¿Cuál es tu línea de investigación?

Yo trabajo en el área de Sanidad Vegetal, que tiene que ver con el tema de plagas agrícolas, el uso de pesticidas y la producción sostenible. Hace poco terminamos un pequeño diagnóstico del uso de pesticidas en la zona de cultivo de papa en Junín. Aún estamos trabajando los resultados y las conclusiones, pero el estudio es una muestra palpable de cuán lejos estamos de la sostenibilidad. Para la exportación los requerimientos de calidad, certificación y uso de pesticidas están normados. Hay pesticidas tóxicos, el consumidor no lo sabe y en la cadena de producción no se corrige ese mal uso de pesticidas, lo cual es un punto crítico en la producción nacional.  

Enseño en la Facultad de Ingeniería Agraria de la Universidad Católica Sedes Sapientiae (Lima Norte) e investigo en las carreras de Ingeniería Agraria (Lima) e Ingeniería Ambiental (Tarma). Mi línea de investigación tiene que ver con los insectos que constituyen un mundo maravilloso.

Con los insectos descubres lo grande en lo pequeño, como en la poesía.
En los últimos años he estado alejada de la escritura, pero no me desligo completamente. Tengo muchos amigos inmersos en la literatura, la aprecio mucho. Además, mi profesión, por esta vinculación con la naturaleza y el medio ambiente, tiene mucho de contemplación, de poesía. Hay autores que han tenido esa vinculación: Vladimir Nabokov y las mariposas, Emily Dickinson y las plantas (incluso publicaron su herbario), Mario Bellatin y las flores. Me maravilla el comportamiento de los insectos y considero que está muy conectado con la poesía. Describirlos desde la poesía es darles un plus. Se trata de la contemplación, la observación, de maravillarse con las cosas que te va mostrando la naturaleza. Es más, mi vocación viene por haber vivido en el campo (soy de Trujillo) y porque mi familia estaba ligada a la agricultura.
¿Aún se puede conseguir tu plaqueta?

No, fue un tiraje bien cortito. «La fábula del cuerpo» la hice con un amigo trujillano que estaba dedicado a la edición. La plaqueta es del 2011 y solo tengo mi ejemplar, que está en Trujillo. Por otro lado, acaba de salir «Antología general de la poesía en La Libertad», de Bethoven Medina. Él hizo una antología de poetas liberteños, tuvo la amabilidad de incluirme y compartí algunos poemas inéditos.

¿Cómo ves la poesía en los últimos años?
A manera de reflexión, considero que las mujeres han venido ganando espacio en el ámbito literario. Se ha comenzado a revalorar su aporte en la poesía, en la literatura en general. Pilar Dughi es una de las mujeres que más aprecio en la literatura peruana (Campo Letrado Editores publicó recientemente «Todos los cuentos»). En poesía me gustan mucho Blanca Varela, Violeta Barrientos, Laura Rosales, Andrea Cabel.
¿Qué es ser poeta para ti?

Alguna vez hace muchos años me hicieron esa pregunta. Recuerdo que respondí que la poesía era como mi laboratorio experimental y yo hacía con las palabras lo que quería. La poesía es como un cuerpo donde yo puedo experimentar. Precisamente, cuando empecé a leer poesía me llamó la atención esta vinculación, casi hasta la muerte, con la experimentación poética.  

Ni siquiera cuando escribía me consideraba poeta. Sentía una conexión muy grande con la poesía, pero me costaba nombrarme poeta. Recuerdo que antes era extraño hacer recitales. Me costaba mucho asistir porque era evidenciar o decir públicamente una debilidad. Las personas que aprecian la poesía, que escriben, nunca van a perder ese vínculo porque es algo que te toca muy adentro.

¿Cómo describirías tu línea de pensamiento?

En el aspecto político, creo en la igualdad, en la equidad. Terminé mi carrera a inicios del 2005 por la huelga (debí terminar en el 2004). En las profesiones que tienen trabajo de campo las mujeres nos enfrentamos a retos mayores porque suelen conformar círculos machistas. Considero que la mujer es completamente capaz de asumir retos y es indispensable empoderar a la mujer rural, ayudarle a construir su liderazgo. No son suficientes las iniciativas aisladas.  

Profesionalmente, aprecio mucho la sostenibilidad. Me gustaría dedicarme más a trabajar en agricultura sostenible, me falta tiempo, pero apunto a eso, a una agroecología, a revalorar el conocimiento comunitario de nuestros antepasados.

Soy una persona que tiene esa conexión con la poesía y creo que a veces esa sensibilidad te causa problemas. Todos corren tan rápido, hay exigencia, competencia en el sentido negativo, no sabes en quién confiar (es un aspecto de la vida cotidiana que tenemos en las grandes ciudades). Por eso no me gusta mucho Lima. Vine para estudiar y me quedé. Felizmente ahora viajo seguido a provincia. Intento tener una vida más tranquila, más calmada, en naturaleza, en observación. A veces me estresan muchas cosas de la ciudad.

Entrevista realizada el sábado 9 de marzo del 2019 en el Goethe-Institut Perú (Jesús María).


Escrito por

Ana Rodríguez

Lima, 1981


Publicado en

Los jueves

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