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Entrevista a Gastón Aramayo

«Una condición para ser titiritero es seguir siendo niño siempre»

Publicado: 2019-10-03
Gastón Aramayo, titiritero de Potosí (Bolivia), y su esposa Victoria Morales se dedican a los títeres desde hace 56 años. Gracias a ellos han sido trashumantes por Europa y Asia, han conocido a miles de niños de todo el Perú y cobijan en Kusi Kusi Teatro y Escuela de Títeres los sueños de varias generaciones.

¿Cómo se conocieron Vicky y usted?
Yo recién había empezado a hacer funciones de títeres con unos compañeros en Bolivia. Vine a Lima y me encontré con Vicky en un curso de teatro que dictaba el profesor Emilio Galli. Ella había terminado Educación en la PUCP y había empezado a dar clases en Primaria. Fue un enamoramiento muy chiquito y que sucedió de pronto. Yo continué mi gira hacia Chiclayo y Vicky me acompañó. Regresamos a Lima y mis compañeros se fueron. Ahí fue cuando decidimos crear nuestro grupo y ya llevamos más de cincuenta años de matrimonio y de trabajo.

FOTOGRAFÍA DE VÍCTOR GARCÍA


En sus inicios Kusi Kusi viajaba bastante y vieron mucho teatro de títeres, ¿qué fue lo que más les llamó la atención?

Creo que para hacerse titiritero se debe viajar. Los titiriteros clásicos iban con un teatro al hombro país por país, pueblo por pueblo, mostrando su arte y aprendiendo. Nos fuimos en 1964 y tuvimos un privilegio muy grande cuando regresamos en 1970 después de estar por muchos países: el Perú ya no era el mismo y nos dieron la oportunidad de trabajar tres años en el campo, de estar insertos en lo que en ese momento era la reforma agraria. Vicky y yo salíamos cada mes a distintos sitios con un espectáculo diferente. Recuerdo que de 1970 a 1973 vivimos una época maravillosa en cooperativas y comunidades de casi todo el Perú (excepto la selva).  

«Unos señores que parecen de verdad pero son de mentira. Teatro peruano para niños en el siglo XX» (Exposición en la Casa de la Literatura Peruana, abril a junio del 2016)

Los campesinos son parte del teatro de títeres: el campesino cree en el agua, el cerro, la tierra. El teatro de títeres está en el sentido animista de la vida. Le damos vida a un personaje, no a un títere. Cada títere nace como un personaje. Nace y muere como tal. Como decía Serguéi Obraztsov: en el teatro vivo de actores uno «hace de», en el teatro de títeres «somos».

¿Qué grupos recuerda del extranjero?
El Teatro de Títeres en el Agua de Vietnam. Es un espectáculo único porque los titiriteros están detrás de una cortina de bambú con el agua hasta la cintura y manejan los títeres con pértigas y lianas. Ver que un caballo se deslice por el agua, una ardilla corra, un dragón salga del agua botando fuego es lo más maravilloso.
Volviendo al Perú, el mundo andino recorre la experiencia de Kusi Kusi…
Desde el nombre (Kusi Kusi significa ‘Alegría, Alegría’). Creo que para el Perú el mundo andino es la columna vertebral. No solo para el Perú, no debemos olvidarnos nunca del Tahuantinsuyo que abarcaba Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. La cultura andina es inmensa y está a la par de las grandes culturas orientales.
¿Cuál ha sido el mayor reto creativo de Kusi Kusi?
Nosotros estábamos fascinados por el trabajo de Gaishi Mizuta, a quien le interesaba mucho el folklore. En 1980 viajamos al Japón y nos pusimos el reto de integrar la danza al teatro de títeres. Sabíamos que no podíamos presentar las danzas tal cual, debíamos transformarlas. Vicky preparó un montaje con huayno, alcatraz, marinera, danza yagua, danza de las tijeras, diablada y zapateo. ¡Fue un éxito muy grande en Japón!

¿Qué obras recuerda con más cariño de toda su trayectoria?
La flor se la lleva La gallinita trabajadora, que divirtió mucho a los niños. Están también Bailes del Perú, Un juez para Caperucita, Alas al viento… Casi todas las obras de Kusi Kusi reflejan algo del Perú. Vicky trabajó con las fábulas de Lucho Urteaga Cabrera, adaptó algunas para hacer Alas al viento, La leyenda de la caracola e Historia de una estrellita.
¿Cómo nació el personaje emblemático Kusi Kusi?
Representa a un niño. Originalmente, en la época de la reforma agraria, fue un títere de guante y chiquitito. Al instalarnos en La Cabañita en 1973, se confeccionó a Kusi Kusi como marot y también a su acompañante, el perrito Mantequilla. Kusi Kusi tiene una pequeña vara para sostener el cuerpo y las manos del muñeco son las manos del titiritero. Recuerda que lo que se llama marioneta a hilo o títere a hilo se maneja hacia abajo, todo lo demás se maneja hacia arriba (títere de guante, vara, varilla, marot).
He disfrutado con Kusi Kusi a los cuatro años cuando vine en grupo con mis compañeras del colegio y varios años después he traído a mis sobrinos. ¿Cómo han ido cambiando las generaciones de niños y su mirada?
Absolutamente toda la sociedad ha cambiado en el Perú (en el campo y la ciudad). Antes para ver en Lima una pollera, un poncho, uno tenía que ir a Chosica. A partir de 1968 eso cambia radicalmente, hay una gran migración hacia Lima y una reivindicación de la cultura andina. Lo que vivió el Perú en los ochenta y los noventa lo transformó profundamente. Ahora los niños no reaccionan con la indignación de tu generación. La violencia, los medios de comunicación, la poca interacción entre padres e hijos influyen.
Elsa Punset en «Una mochila para el universo» afirma que tenemos «plasticidad cerebral» y que no hemos aprendido a gestionar un cerebro con estructuras y funciones preparadas para cambiar. Quizás de niños sí empleábamos esa plasticidad.
Sí, porque el niño no tiene prejuicios. El adulto está prejuiciado. En el teatro que hacemos aprovechamos la flexibilidad de los niños para darles contenidos que fomenten valores como la libertad, la justicia, el trabajo solidario, siempre con verosimilitud. Y nos acercamos a los niños con responsabilidad profesional y ética.
¿Alguna vez se animaron a hacer una obra que no fuera para niños?
Solo una vez, en los setenta. Adaptamos El sueño del pongo, cuento de José María Arguedas. En la Dirección de Cultura del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (Sinamos) estaba Héctor Béjar y nos planteamos hacer un taller a nivel nacional (vino una pareja de seis provincias con el objetivo de regresar con conocimiento suficiente para desempeñarse en el teatro de títeres). El taller duró veinte días y fue a tiempo completo. Como resultado final de ese taller se montó El sueño del pongo, que estaba dirigido a adolescentes y adultos. La versión de Vicky recogió los aportes de todos durante el taller.
Kusi Kusi ha hecho muchos talleres a lo largo de su trayectoria. Tengo entendido que por lo menos toma un año aprender sobre movimiento corporal y confección de títeres ¿Qué me puede comentar sobre la técnica?
Manipular el títere te ayuda a comunicar. Nosotros hemos trabajado desde el punto de vista creativo y nos hemos encargado de todo: títeres, escenografía, utilería. Hemos utilizado casi todas las técnicas: guante, vara, varilla, marot, mixto, también hemos hecho teatro negro. Algo característico de Kusi Kusi ha sido siempre mezclar las técnicas.

FOTOGRAFÍA DE ARCHIVO KUSI KUSI


¿Recuerda a los chicos que trabajaron con ustedes y se formaron con Kusi Kusi?
Algunos han estado dos, tres o cinco años. El que más tiempo ha estado ha sido Róger Pérez, que trabajó con nosotros saliendo del colegio por trece años y también viajó con Kusi Kusi. Recuerdo a César Romero, un muchacho muy capaz, que incluso hacía cosas mejores que nosotros: ese es el mejor reconocimiento porque quiere decir que has echado la semilla en un lugar fértil; vive en EE. UU. y lamentablemente ahora está un poco delicado de salud. También me acuerdo de Clever Serrano, David Mujica, Medalit Aliaga.
Kusi Kusi es un ejemplo de persistencia.
Tenemos más de cincuenta años trabajando en teatro de títeres y hemos pasado la peor época en La Cabañita haciendo funciones y enseñando. En los ochenta y noventa el Perú se incendiaba, este parque estaba abandonado, con ratas, pirañitas, basura, delincuentes, y nunca nos fuimos. Eso es lo más valioso. Kusi Kusi tiene un grado de persistencia, de voluntad, de seguir haciendo las cosas porque tenemos una vocación de servicio.
Hace unos meses hicieron una convocatoria a través de Facebook para todo el que quisiera aprender a ser titiritero. ¿Cómo les fue?
Toda la vida hemos trabajado con chicos que se han preparado con nosotros. En una función siempre hemos trabajado de cuatro a siete personas, dependiendo de la complejidad. Ahora estamos trabajando con dos compañeros que son titiriteros, Pepito y Carmen. Ellos tienen su espectáculo, pero están unidos en este momento a Kusi Kusi. Gracias a la convocatoria se presentaron varias chicas y chicos, pero lastimosamente quedó en stand-by porque la salud de Vicky empeoró. Ella estuvo trabajando, a pesar que ya no veía, hasta el 2016. A fines del 2016 su médico le dijo que ya no podía hacerse cargo, fue una pausa brusca. Ella tiene un glaucoma abierto que se trata, pero no se opera. Tuvo una caída y perdió la vista más rápido de lo que pensábamos. Al caerse, se lastimó y ahora no puede caminar.
Lo siento mucho. Vicky es las manos y el alma de Kusi Kusi.
Ella se ha encargado siempre de escribir los guiones, confeccionar los títeres, hacer la música para las obras, todo. Vicky siempre ha sido y será la directora de Kusi Kusi. Aunque en este momento no esté físicamente en el teatro, emocionalmente está siempre con nosotros. Su salud está muy resquebrajada. Su espíritu es inmenso y está pensando siempre en el teatro de títeres y en hacer cosas desde su situación.
Últimamente han invitado a otros grupos de teatro de títeres.
Esta pausa nos ha dado la oportunidad de abrir esta sala para todos los titiriteros de Lima, provincias y del extranjero. La gente se fue pasando la voz y todos querían venir a Kusi Kusi. Eso es muy bonito. Llevamos casi dos años albergando a grupos de Argentina, Bolivia, Chile y México. Del Perú hemos tenido a Tárbol Teatro de Títeres, Pepito Ron, Carlos y sus Marionetas, Huaytay, Javier Maraví y grupos de Huaraz, Trujillo y Chiclayo.
¿Qué perspectivas hay para Kusi Kusi?
Ahora la vida de Kusi Kusi es como un globo. Está tratando de despegar y explotar. Mientras tanto vamos a trabajar con distintos grupos. Y, como Kusi Kusi, haremos algunas funciones especiales para escolares (que se coordinan previamente). Nuestro mayor anhelo ahora es que todo el teatro sea un museo para los titiriteros del Perú. Nosotros estamos al final del camino, pero hay mucha gente joven que se está formando y necesita un espacio.
¿Qué se necesita para dedicarse a los títeres?
Creo que lo primero que uno debe tener en su ser es el amor por los niños. Si no hay amor por los niños, difícilmente se puede ser titiritero. Luego están las aptitudes y la vocación, y la parte más importante: ¡trabajar más que en cualquier profesión! Los titiriteros tenemos una responsabilidad enorme al trabajar con niños pequeños. Tenemos una pizarra limpia, abierta, inmaculada frente a nosotros.
¿Cómo mantenemos el alma de niño siendo adultos?

Una condición para ser titiritero es seguir siendo niño siempre. Es una condición porque de lo contrario no nos podríamos acercar al alma de los niños. Por otro lado, nuestro trabajo nos va a mantener siempre cerca de los niños al estar siempre buscando la creatividad, imaginando cosas, investigando. El niño tiene el interés lúdico por lo que hace, por lo que dice y por dónde vive. El teatro de títeres funciona con base en el interés lúdico del niño.

Entrevista realizada el martes 17 de setiembre del 2019 en Kusi Kusi Escuela y Teatro de Títeres (sótano de La Cabaña en el Parque de la Exposición).


Escrito por

Ana Rodríguez

Lima, 1981


Publicado en

Los jueves

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